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EL PALIO ARZOBISPAL por Cardenal Baltazar Porras Cardozo

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EL PALIO ARZOBISPAL por Cardenal Baltazar Porras Cardozo


El vocablo “palio” y “palia” tiene varios significados, y en la actualidad su uso es casi exclusivo del lenguaje religioso católico. El verbo paliar tiene otra lectura y según el diccionario es un verbo transitivo para indicar mitigar, suavizar, atenuar una pena o disgusto.

También puede significar encubrir, disimular, cohonestar. En el lenguaje coloquial venezolano se usa para indicar que mejor es pasar la página, hacerse el loco y no darle importancia.

 

La palabra palio deriva del latín pallium que significa manto, cortina, paño que se coloca sobre los hombros. Por su parte palia, que tiene el mismo origen etimológico se usa para identificar el lienzo o especie de cubierta dura que se pone sobre el cáliz durante la celebración litúrgica. Aunque se le ha querido dar un simbolismo particular, es una pieza utilitaria, pues se pone sobre el cáliz para que las moscas o mosquitos no caigan en la copa del cáliz. Se llama también palio procesional al baldaquino o toldo (dosel), sostenido por unos varales que se utiliza en las procesiones, debajo del cual va el sacerdote portando el Santísimo Sacramento, reliquias o la imagen de algún santo.

 

El palio al que nos referimos en este artículo es un ornamento del Papa y de los Arzobispos Metropolitanos que se usa en las misas pontificales o solemnes. Los arzobispos titulares, es decir que no tienen jurisdicción sobre un territorio determinado, no lo reciben y por tanto no lo usan. Su origen se remonta a los inicios de la edad media, tanto en oriente como en occidente, como signo de dignidad y autoridad pastoral. Solicitarlo, recibirlo y portarlo es signo de comunión con el Papa, asunto importante en Europa, pues el que en el Papa se uniera el poder espiritual y el temporal como señor de los estados pontificios generó conflictos entre los arzobispos más cercanos a la autoridad de los señores feudales que al Papa. La supresión de los estados pontificios ha sido una gracia grande pues el Papa queda como “soberano” de un pequeño espacio territorial que es el Vaticano, dedicándose al ministerio pastoral a tiempo completo.

 

El palio arzobispal tiene forma de una faja o collar circular alrededor del cuello y hombros del que penden dos tiras, una por el pecho y la otra por la espalda, de lana blanca con cinco cruces de seda de color negro. Suele adornarse con tres “clavos metálicos” que recuerdan los clavos de la pasión y se colocan uno por el frente, el otro por la espalda y el tercero por el lado del corazón. Benedicto XVI al inicio de su pontificado asoció la imposición del palio con la invitación de cargarnos unos a otros sobre los hombros como la parábola del pastor llevando a cuestas la oveja perdida.

 

En la memoria de Santa Inés, el 21 de enero, bendice la lana de unos corderitos criados por los padres trapenses de trefontane en Roma, para que sean elaborados por las hermanas benedictinas de Santa Cecilia. Inés, en latín Agnes, tiene similitud con Agnus, cordero, de allí la vinculación de la santa con esta venerable tradición que se conserva hasta nuestros días. En la víspera de la solemnidad de San Pedro y San Pablo, el 28 de junio, los nuevos palios son colocados sobre la tumba de San Pedro en la basílica vaticana. Se les entrega a los arzobispos nombrados desde el 30 de junio del año anterior hasta la fiesta de los príncipes de los apóstoles. Cuando un arzobispo es cambiado de una sede metropolitana a otra, tiene que recibir un nuevo palio, pues de alguna manera está ligado a la sede donde se ejerce el ministerio episcopal.

 

Hasta la llegada de Francisco como Papa, el mismo Sumo Pontífice lo imponía a cada candidato. Ahora, el Papa lo entrega en la misa del 29 de junio y debe ser impuesto en la sede de cada uno por el representante pontificio o en su defecto por el obispo de mayor antigüedad de la provincia eclesiástica. A lo largo de los siglos el palio ha sufrido algunos cambios en su confección. Benedicto XVI en los primeros años asumió la antigua usanza, más largo que el actual como se puede observar en los mosaicos de Ravena.

 

Como datos curiosos, los arzobispos que reciben el palio deben ser enterrados con él. Si al momento del fallecimiento estaban en ejercicio del cargo, se le impone sobre el cuerpo inerte. Si es emérito se colaca a un lado del cuerpo en la urna. Hasta fecha reciente el palio procesional era usado para recibir a personalidades como los monarcas católicos o jefes de estado que asisten o participan en alguna ceremonia solemne. Esto fue siempre objeto de discrepancias entre los fieles o en algunos clérigos, ocasionando roces que se convirtieron en serios conflictos entre las autoridades civiles y las eclesiásticas. Entre nosotros basta recordar las tristes anécdotas entre Guzmán Blanco y el arzobispo Guevara y Lira, o entre la autoridad civil y el párroco de turno por no dársele la llave del sagrario en la tarde del jueves santo. Gracias a Dios son cosas del pasado pues la relación entre la espada y el incensario no ha sido la verdadera arca de la alianza.

 

Quien escribe estas líneas recibirá el palio arzobispal como metropolitano de Caracas, el próximo 29 de junio en Roma. En fecha todavía no fijada tendrá lugar en la catedral metropolitana la imposición del mismo. Sirva el palio como signo de comunión con el Papa puesto para guiar y conducir la nave de la Iglesia.

14-6-23 (5387)





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