Mérida, Noviembre Jueves 30, 2023, 12:25 am
Fue dado por más de veinte mil hombres y mujeres que, día a día, labran la tierra llamada de la alta montaña, en los estados Táchira, Mérida y Trujillo y sus vecinos Barinas y Portuguesa. Cansados como están, sin ayuda de los organismos públicos y presionados por los altos intereses de la banca; por la cada vez creciente crisis que se ha profundizado en la familia venezolana, que en el caso de los productores agrícolas andinos cobra un significado mayor, pues ellos aportan más del 50% de la cesta alimentaria nacionalmente;, con todo el sacrificio del mundo, abandonados como están soportando el crecimiento de la pobreza, que sobrepasa un peligroso 80% y denunciando desde hace tiempo los que les ocurre sin que nadie les escuche, decidieron alzar la voz y, democráticamente, convocarse a dialogar para reunir los puntos resaltantes de lo que llamaron la última denuncia y el último llamado al gobierno nacional.
“El grito del páramo” fue, de inmediato denominado así por algunos vecinos de Pueblo Llano enterados de la propuesta formulada por Rosalino Quintero, el alcalde de Pueblo Llano, que de inmediato le secundaron y decidieron sumar el mayor número de convocantes en los páramos tachirenses, merideños y trujillanos, con apoyo igualmente de los del piedemonte barinés y portugueseños. La voz corrió entre valles y montañas y se organizaron con mucha ponderación, responsabilidad y valentía. Que, hay que reconocerlo, se requiere en estos tiempos de tanto totalitarismo, olvido, desidia y desconocimiento de la realidad de la Venezuela de adentro.
Organizados en cooperativas, asociaciones, movimientos y grupos, todos legalmente, conocedores de lo que les sucede local, regional y nacionalmente, bajó una comisión con el alcalde Rosalino Quintero a plantear ante el general de división jefe de la ZODI-Mérida, la urgencia de ser escuchados por el gobierno. Le llevaron un informe muy bien escrito, contentivo de verdades, de realidades, de denuncias concretas y formulando las más serias y responsables denuncias, todas comprobadas, concluyendo en la urgencia de solicitarle a la Presidencia de la República --porque intentaron hacerlo conocer del titular del ministerio de Tierras, quien a la fecha no se ha dignado subir a la montaña y constatar lo que en estos campos sucede--. Lo primordial, lo prioritario y urgente, que mediante decreto el Ejecutivo prohíba de una vez por todas el desaforado, indiscriminado, abusivo, perjudicial y peligroso contrabando de productos agrícolas traídos de Colombia a Venezuela, ya no solo por los caminos verdes sino por carreteras y autopistas por cierto muy bien vigiladas.
El militar no tuvo más remedio que recibir la comisión, el informe en cuestión y garantizar que informaría a sus superiores ofreciendo una pronta respuesta. Cumplió. Unos días después, que no fueron muchos, respondió que había recibido órdenes expresas de su comandante, el jefe de la REDI en la región Los Andes, y éste del presidente de la república, de reunirse con el liderazgo de los productores. La cita fue programada para la una en punto de la tarde del viernes 17 de agosto, en el gimnasio cubierto “José Félix Ribas”, de Pueblo Llano. Allí estaba, desde la 9 de la mañana, comenzando a reunirse todo el pueblo y los productores y sus líderes de los pueblos convocados. Los militares llegaron igualmente temprano, pero no subieron sino que aguardaban en un restaurante ubicado en “La Mitosis”, abajo casi en el cruce de la entrada a Las Piedras y a Pueblo Llano, en la carretera Mérida-Barinas.
Se les fue a preguntarles el por qué no subían y la respuesta fue que, por razones de seguridad, ellos preferían que bajara una representación, de apenas cinco o seis delegados de los productores, a reuniré allí con ellos, porque no querían confrontar al pueblo. Se les explicó que lo de la falta de seguridad no podía ser excusa, puesto que habían acudido hasta Pueblo Llano mucha policía uniformada, gente de la guardia nacional y del ejército. Pero, lo principal, que el pueblo lo que quería era verlos, ser atendidos y escuchar la promesa de ayuda que desde hace tiempo anda buscando para resolver el agua problemática que padecen.
Corría el tiempo. Faltaba media hora para el inicio de la asamblea, y nada que arribaran. Se volvió a hablar con ellos y la misma respuesta. Por tercera vez, seguramente después de consultar con Caracas, a las 4 de la tarde, 120 minutos después de lo acordado, llegaron. En ese momento tomó el micrófono el jefe regional de la ZODI-Mérida, quien expresó que habían venido a Pueblo Llano por instrucciones muy precisas del presidente Maduro. La asamblea, más de 4 mil personas, abuchearon el señalamiento. El militar aclaró que ellos no venían a realizar acto político alguno, sino a garantizar, como hijos de Simón Bolívar, su disposición a servir de garantes ante el alto gobierno del planteamiento de los productores. La multitud guardó entonces silencio. Preguntó por el protocolo y al enterarse que estaban inscritos en el derecho de palabra 10 productores, ordenó que se redujeran a tres, y muy cortos sus discursos, precisó, Se le hizo ver que no se podía alterar lo que había sido decisión mayoritaria.
En eso llegó el comandante en jefe de la REDI en Los Andes quien reiteró que la presencia de los uniformados se debía a la preocupación del mandatario nacional por el problema que viven los productores. Dijo que se comprometía a elevar ante el alto gobierno los planteamientos y reiteró que la Fuerza Armada Bolivariana está con el pueblo, porque es del pueblo y se debe al pueblo. Precisó que la FAB nunca le ha fallado a los venezolanos cuando ha sido llamada a defender los derechos del pueblo. De nuevo, tomó la palabra el general de división jefe de la ZODI-Mérida: dijo que harían lo posible para que todos los organismo gubernamentales que tienen que ver con el sector, de inmediato se avoquen a resolver la crisis, porque ellos, los militares “no queremos papa colombiana, queremos la papa venezolana; no nos importan los productores de papa colombiana, sino los productores de papa venezolana, y los vamos a ayudar”.
Habló luego Rosalino Quintero. El burgomaestre de Pueblo Llano, sin duda el líder de los páramos andinos, cuya labor a favor de los pueblos de alta montaña es reconocida por oficialistas y opositores, dada su permanente tarea a favor del progreso y desarrollo regional, lineamiento que se trazó cuando a los 15 les dijo un día a sus padres, en “Las Agujas”, la aldea donde nació, que se haría político, “pero bueno”. Y durante más de medio siglo ha cumplido el juramento. Por serlo y defender los derechos de la gente, fue perseguido y pasó en prisión largos ocho meses hasta que los jueces entendieron y aceptaron que no había razones valederas para mantenerlo entre rejas. Salió, por así decirlo, en hombros de los suyos que, llegado el tiempo electoral, por mayoría, de nuevo lo eligieron alcalde.
Rosalino Quintero, un hombre muy humilde, de enorme corazón y probada inteligencia, les dijo a los generales que los productores agrícolas de la zona andina ya no soportan más la situación vivida; que las mujeres y los hombres de la alta montaña. “no estábamos acostumbrados a vivir como estamos viviendo ahora”. Dijo que el contrabando de Colombia hacia Venezuela debe acabarse porque, por la libre y sin controles, está haciéndole mucho daño a la producción agrícola nacional. Señaló que la situación ha obligado a algunas familias a destinar los bueyes, necesarios para la labranza, a servir de alimento a su familia por no tener dinero para hacer mercado. “Queremos que ustedes, los generales, le lleven nuestra denuncia al presidente; le digan que estamos mal, muy mal y que así no podemos seguir viviendo…”
Se leyó el Informe y luego el documento contentivo de 7 puntos cruciales, que fundamentan la denuncia y sirven de prueba para la solicitud formal: prohibir, con urgencia, el contrabando de papa colombiana a Venezuela.
Argumentan que Colombia sí cuida la producción de este rubro, que cosecha, sirve para alimentar su población y sobra para exportar; allá el gobierno se preocupa por la producción, tiene buenas semillas, cuenta con fertilizantes, que produce MONÖMERROS y son los reyes del mercado. Se estima que, por Delicias, Táchira, donde todo el contrabando se convierte en lícito, pasan a Venezuela alrededor de cuatro a cinco camiones cargando unos diez mil sacos de papa, la cual transita sin problemas, alcabala tras alcabala, para inundar, a precios muy bajos, los mercados mayoristas nacionales, sin que ninguna autoridad, militar y civil, intervenga. Mientras la papa nacional sufre todos los rigores, todos los inconvenientes, todas las trabas de una permisología atosigante, que busca impedir su llegada a esos mismos mercados mayoristas en franca, desleal, abierta y corrupta competencia. Son millones, ya no de bolívares, que esa mafia maneja; cifras millonarias que se le escapan a los productores nacionales que faenan sin otra ayuda que su propio esfuerzo, porque ni gasolina tienen para sacar sus cosechas. En Colombia, los productores del agro se surten las 24 horas del día, y los de aquí tienen que formar colas, de hasta cuatro y cinco kilómetros para cargar combustible, si acaso pueden.
Los militares a la final se les veía preocupados por la contundencia de los discursos, que fueron cortos pero reveladores de lo que acontece, e intercambiaban palabras, opiniones o sorpresas de lo dicho por los líderes, que no fueron tres o cuatro, sino diez los que a la final hablaron. Terminada la asamblea, salieron y en las gradas del gimnasio declararon a los periodistas parameros, al corresponsal de Globovisión, Elvis Ribas y a este cronista.
Todos estuvimos de acuerdo, y las miles de personas asistentes por igual, que la asamblea, además de extraordinaria, es la primera de este tipo, con la nutrida presencia militar, que en el país se realiza para recibir tan contundente denuncia. Y también la primera vez que los generales se comprometen con el pueblo a ser sus mensajeros, y formales intermediarios, ante el Gobierno de la República, para solicitar que a los productores agrícolas andinos, ya dijimos que pasan de veinte mil ciudadanos, se le brinde toda ayuda. La más importante: que se revisen los tratados, acuerdos y negociados entre ambas naciones para regular, ley en mano y respetándose, la importación de cualquier producto puesto que, la ley misma es muy clara, en determinar que cualquier rubro que ingrese sin la documentación debida es contrabando y, por serlo, la mercancía, íntegra, debe ser decomisada.
El cronista está seguro que “El Grito del Páramo”, esta vez sí fue escuchado en Miraflores.