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Cuando se oscurece el sol: Américo Silva por Orlando Oberto Urbina

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Cuando se oscurece el sol: Américo Silva por Orlando Oberto Urbina


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A todos los que añoraron un mejor porvenir

A Dante Pino Pascucci

En memoria de Ítalo Silva

 

En aquellos años duros de mediados del siglo XX, hubo muchos hombres peleando por sus sueños. Tenían ideales, y creían en la lucha para liberar al hombre de la opresión. ¿Por qué razón se había obstaculizado la búsqueda de la felicidad y el bien común durante el devenir de la historia humana? La filosofía política de ahora apenas parece llevar esa reflexión más allá de los que los gestores del Estado pueden argumentar sobre la democracia y la ley, el derecho y el Estado de derecho. Juan Jacobo Rousseau en su Discurso sobre las artes y las ciencias, decía algo así como “¿De que vale tener tanta ilustración, ciencia o riqueza, si el pueblo sufre por la salud, y muere de hambre?

Desde la filosofía política se han hecho reformas con demasiada frecuencia a través de la justificación de formas políticas existentes, las cuales se han desconectado de la realidad social y crítica. Después de la rebelión armada en Venezuela, el comandante Américo Silva, al frente del grupo guerrillero “Antonio José de Sucre” en las montañas de Oriente, trascendió como figura revolucionaria. Es una leyenda guerrillera que traspasa las fronteras de la realidad, porque este joven fue obrero, sindicalista, activista agrario y guerrillero. Su militancia política se inició en el partido Acción Democrática (AD), y luego de la división en los años 70bpasó a ser fundador del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), y luego del Partido Bandera Roja (BR).

Falleció a los treinta y nueve años de edad a fines de marzo de 1972, mientras transitaba por la vía a San Félix, sector el Pao, Ciudad Bolívar, cuando se tropezó con una alcabala móvil de la Guardia Nacional. Un guardia murió en la refriega; Silva escapa, y al ser identificado cuando trataba de saltar una alambrada, le dispararon por la espalda. Esto se supo según el informe presentado por una comisión del Congreso Nacional que había sido nombrada por petición del Partido Comunista de Venezuela. En esta misma denuncia se señaló que el arma que dispararon contra Américo Silva nunca apareció, y a su cadáver no se le práctico la necropsia de ley.

Después de toda esa refriega dos compañeros más de Américo Silva fueron detenidos y trasladados al campamento antiguerrillero del cogollar: el dirigente sindical de Unión Republicana Democrática (URD) Luis Piñate, y el dirigente del Partido Comunista de Venezuela Pedro Subero.

En Américo Silva hay valores insoslayables. Tuvo fallas, pero no errores, y su espíritu autocrático hacía que cada día superara sus deficiencias y elevara sus capacidades.

Américo Silva basó su movimiento transformador a partir de debates sobre la opresón de los cuadros sociales, la explotación del hombre por el hombre, las  injusticias, la falta de atención a la salud y a la educación, el ahogamiento presupuestario a la universidad pública, y la persecución a quienes piensan distinto.

Es deber rescatar de la lucha por una mejor sociedad el recuerdo del “flaco” Americo Silva, cuando las balas asesinas de la Guardia Nacional dieron muerte al comandante el 31 de marzo de 1972. Hace cincuenta y tres años de aquella última batalla que dio Américo Silva.

 Señalan algunos testigos que él intentaba obtener apoyo logístico en esa zona ajena de actividades subversivas. Algunas agrupaciones como el histórico Partido Comunista de Venezuela (PCV) se acogía desde el 64 a la política de paz, separándose de la lucha armada. Sin embargo, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) entraba en una división, y durante este tiempo Silva se destacó como dirigente campesino. Desde ese año pasó a organizar con otros hombres y mujeres, el partido Bandera Roja, donde va a formar parte de su primer comité político nacional.

Américo Silva fue responsable de la retaguardia y la logística del frente “Ezequiel Zamora”, asentado en los estados Miranda y Guárico; y luego en el oriente del país, fundó el frente “Antonio José de Sucre”.

En ese entonces, la política del presidente Rafael Caldera hablaba de la “paz”, mientras el pueblo lo definió como “la paz de los sepulcros”.

Américo: la lucha sigue. Ahora parece que han cambiado totalmente la praxis de todo aquello que enarbolaba la dignidad del hombre. Hoy estamos en una situación que llama a la vuelta de de esos ideales por los cuales te truncaron la vida. Quieren borrar la historia, y que nada se parezca a lo que tanto combatiste.





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