Mérida, Noviembre Sábado 01, 2025, 07:03 pm
En un mundo plagado de controversias de política
comercial, fragmentación geopolítica y cambios frecuentes impulsados por las
nuevas tecnologías, los indicadores de incertidumbre presentan señales
contradictorias: unos muestran niveles extremadamente altos, otros moderados y
otros apenas han variado. Esta divergencia plantea una pregunta clave: ¿Qué tan
incierto es realmente el entorno global actual? Para responder a esta pregunta,
Ahir, Bloom y Furcer analizan la incertidumbre que existe sobre la
incertidumbre en el número más reciente de Finance & Development del Fondo
Monetario Internacional (FMI), disponible en https://www.imf.org/es/Publications/fandd/issues/2025/09/uncertainty-about-uncertainty-nicholas-bloom
El trabajo inicia reconociendo que no existe una única
forma de medir la incertidumbre. Entre las múltiples opciones disponibles, los
economistas, los inversionistas y los formuladores de políticas públicas usamos
con frecuencia una de las siguientes categorías de indicadores: 1) basados en
texto, 2) financieros y 3) encuestas empresariales. Cada uno capta dimensiones
distintas de la incertidumbre y, por ende, son sensibles a dar resultados
diferentes.
Los primeros, con base en el análisis textual, analizan
la frecuencia con la que aparecen términos relacionados a la incertidumbre en
fuentes como periódicos o informes de coyuntura. Los más conocidos en esta
categoría son el Índice de Incertidumbre sobre Política Económica (EPU, por sus
siglas en inglés), que examina miles de periódicos a nivel mundial para
identificar combinaciones de palabras vinculadas a economía, política e
incertidumbre. Y el Índice Mundial de Incertidumbre (IMI), que analiza los informes
mensuales de la Economist Intelligence Unit para 71 países. Ambos resaltan que la
incertidumbre actual no se debe únicamente al sesgo mediático, sino a una
preocupación global sobre los acontecimientos por venir.
Los segundos ofrecen una visión más cuantitativa a partir
de la información de los mercados financieros. En esta categoría destacan el
VIX, el índice de volatilidad implícita del mercado accionario estadounidense
(S&P 500). Y el índice MOVE (Merrill Lynch Option Volatility Estimate), que
mide la volatilidad implícita de los bonos del Tesoro de Estados Unidos. En la
actualidad, ambos dan cuenta de un aumento no extremo de la incertidumbre
global, teniendo en cuenta los picos históricos de ambos indicadores
registrados en 1997, 2008 y 2020.
Y las encuestas empresariales ofrecen una tercera
perspectiva centrada en la mirada directa de quienes toman decisiones en las
empresas. El Survey of Business Uncertainty (SBU), de la Reserva Federal de
Atlanta, consulta mensualmente a las empresas estadounidenses sobre sus
previsiones de ventas. También destacan las encuestas específicas de
consultoras como PwC (Global Risk Survey) y EY (Global CEO Survey), que
consultan directamente a ejecutivos y directores generales sobre sus
percepciones de riesgo e incertidumbre. Estos indicadores no registran en la
actualidad aumento alguno en la incertidumbre empresarial, lo que puede ser
resultado del horizonte de corto plazo en la toma de decisiones de las empresas
y la no contabilización de los costos asociados con los recientes cambios
geopolíticos.
En este sentido, es importante dejar claro que, ante
mayor incertidumbre, las empresas posponen inversiones irreversibles (como
construir una fábrica, ampliar la planta, entre otras). Esto reduce la
inversión y el empleo. Además, los consumidores también retrasan compras de
bienes duraderos (viviendas, automóviles, entre otros), y los mercados
financieros exigen primas de riesgo más altas, encareciendo el acceso al
crédito.
Para Ahir, Bloom y Furcer, durante 2025 la incertidumbre
global ha aumentado respecto a sus niveles históricos, pero no al punto de
desencadenar una recesión mundial. A pesar de esto, el aumento de la
incertidumbre restringirá el crecimiento económico de la mayoría de países del
mundo en 2025 y 2026, especialmente por su impacto en inversión, consumo y
gasto en bienes duraderos. Y teniendo en cuenta que los efectos de la
incertidumbre suelen manifestarse con un retraso de 6 a 18 meses, los hogares,
las empresas y los países deben tomar decisiones estratégicas hoy para evitar
que el contexto global incierto genere crisis como la de 2008 o la de 2020.
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