Mérida, Marzo Viernes 29, 2024, 06:45 am
El profundo deterioro de la vialidad del
Estado Mérida y la crónica escasez de asfalto y de programas de asfaltado y
repavimentación de vías, problemas que padece todo el país, constituyen un tema
complejo. ¿Por qué no se asfaltan las vías en Venezuela desde hace muchos años?
¿Por qué se ha dejado deteriorar hasta tal extremo toda la infraestructura vial
del país?
El “betún de Judea”, como se le llegó a decir
alguna vez, está ligado estrechamente a la historia contemporánea del país,
aunque nuestros antepasados indígenas lo conocieran mucho antes del arribo de
Cristóbal Colón. Pero es en los últimos cien años cuando el petróleo, y muy
particularmente el asfalto, se convirtieron en protagonistas de los
acontecimientos que marcaron el nacimiento del Estado moderno en Venezuela y el
surgimiento del país que hoy conocemos.
Cuando el 19 de diciembre de 1901 estalló la
Revolución Libertadora, última guerra civil venezolana del siglo XX, el asfalto
y los intereses del capital extranjero ligados a él, estaban en el centro del
conflicto. En efecto, la New York and Bermudez Co., una de las empresas
extranjeras involucradas en este intento de sacar del poder a Cipriano Castro,
operaba la concesión de asfalto del Lago de Guanoco y quería que el gobierno
los apoyara. Al negarse Castro, la compañía financió una insurrección armada
para derrocarlo. Se sabe que el primer cheque que entregaron al jefe nominal de
la Libertadora, el banquero Manuel Antonio Matos, fue de cien mil dólares de la
época. Una fortuna.
Un dato relevante es que en Venezuela desde
siempre las etiquetas políticas en lugar de aclarar, oscurecen. Así como la
Revolución Libertadora no buscaba libertar nada, sino favorecer los intereses
de banqueros y compañías extranjeras, las revoluciones conocidas como “de las
reformas”, “restauradora”, “genuina”, “legalista”, “popular”, “reivindicadora”
y muchas más, tuvieron como verdadero propósito imponerle al país el poder de
unos pocos. Lo del nombre es secundario.
Por su parte, el Lago de Guanoco está ubicado
en el Estado Sucre y es el depósito natural de asfalto más extenso del mundo,
con un área de cuatro kilómetros cuadrados. Sin embargo, desde que se empezó a
refinar petróleo en Venezuela, en lugar del asfalto natural, se prefirió el
subproducto sólido que se obtiene del craqueo o fragmentación del petróleo en
las torres de destilación cuando se produce gasolina. Pero es la llamada
“mezcla asfáltica”, que combina asfalto y agregados minerales pétreos (ligante
asfáltico, piedra,
arena y finos), lo que finalmente se utiliza para
pavimentar calles,
avenidas, autopistas y caminos.
Está
bien, pero ¿por qué no se asfaltan las vías en Venezuela? La respuesta es
multifactorial y va desde la falta de recursos, corrupción, desidia y el
innegable descalabro de la industria petrolera, hasta llegar al tema de las
sanciones contra Venezuela que impiden adquirir algunos insumos que no se
producen en el país. Cada tema más grueso que el otro.
La
corrupción, tanto pública como privada, ha facilitado que el agua, que es el
principal enemigo del asfalto, destruya las vías. ¿Cuántas veces no hemos
pasado por avenidas que se hicieron sin ningún tipo de drenajes? Entre éstas,
destaca en Mérida la avenida que da acceso a la importante ciudad de El Vigía.
Hoy esa vía se encuentra destruida y ni siquiera remiendos recibe.
Además
del problema que genera la falta de una adecuada recolección y canalización de
las aguas servidas y de lluvias en las vías, según los técnicos el asfaltado
también se daña por la ausencia de control de las cargas del transporte, la mala calidad del trabajo de compactación del terreno, la ausencia de
mantenimiento preventivo y la impericia criminal en la que se incurre cuando se
contamina el asfalto con gasoil.
Eso nos lleva al tema de los peajes que surgen
como hongos en todas las carreteras del país y que se han especializado
únicamente en el cobro, porque no hacen absolutamente nada por mejorar la vialidad
bajo su cuidado. ¿A dónde va a parar ese dinero? ¿Cuáles son los criterios para
instalar peajes? En Mérida existen varios que desde hace muchos años no
aguantan ni una inspección ocular. “Cajas chicas” los llaman. Por lo general,
después de cada peaje instalan una alcabala pero eso tampoco garantiza que el
ciudadano encuentre protección. Así que el usuario siempre termina
preguntándose, ¿a dónde va el dinero?
La historia de la carretera Rafael Caldera
entre Mérida y El Vigía es muy triste. De solución moderna, por facilitar la
conexión de Mérida al resto del país, pasó a convertirse en símbolo del
descuido. Hasta hace muy poco las impotentes autoridades anunciaban cada cierto
tiempo: “Se robaron los cables del túnel”. De manera que ese tramo tiene problemas
de iluminación, asfaltado, seguridad y atención de emergencia. ¿Para qué el
peaje?
En fin, el “betún de Judea” puede ser el hilo conductor que nos lleve a comprender también la historia de un pobre país rico que lo tiene todo y que ha sido quebrado varias veces.