Mérida, Mayo Lunes 12, 2025, 08:31 pm
El
documental es un género habitualmente ignorado por los espectadores.
Pero en las manos correctas pueden ser herramientas poderosas, como es
el caso de «Érase una vez en Venezuela, Congo mirador». El documental dirigido por Anabel Rodríguez cuenta la historia de dos mujeres, Natalie, profesora de escuela y de Tamara, líder chavista de la zona que intenta convencer a sus vecinos de votar en las elecciones de 2015. «Empezamos
a ir al pueblo en 2012, pasábamos allí dos o tres semanas por viaje.
Nos llevábamos nuestra propia agua potable», revela Rodríguez. Y es que
más allá de la historia de sus dos protagonistas, el documental es la
historia del pueblo de Congo donde viven, uno de los
tantos pueblos que están desapareciendo por la crisis venezolana. «Queda
muy poca gente en el pueblo, la gente se está yendo», asegura la
directora. Pero
el trabajo de Rodríguez y su equipo es más que una foto más de la
crisis venezolana, incluso más que una foto de una de las zonas
olvidadas por la política, de todos los lados, en el país latino o la
historia de una comunidad. Es un logro estético y técnico de primer
nivel que brilla aún más por lo difícil que fue de producir. Esa
belleza visual la consiguieron en el pueblo, que por su cercanía a la
naturaleza y al lago de Maracaibo tiene una belleza extraña dentro de su
decadencia. «Al Zulia le dicen "la tierra del sol amada"
y lo entiendes cuando estás allí. Nuestro trabajo estético nace por el
lugar donde grabamos», revela con calma la directora. Quizás de lo más
destacable en ese aspecto son las tomas del «Relámpago del Catatumbo»,
un fenómeno natural que hace que sobre el lago casi de forma permanente
haya una nube de relámpagos sin truenos. Esa belleza, sin
embargo, se contrasta con la corrupción rutinaria que captura la cámara
de Rodríguez. Desde la líder chavista comprando votos hasta un
gobernador practicando la demagogia ante la cámara. Justamente es Francisco Arias Cárdenas, gobernador del estado Zulia hasta 2017 y uno de los militares que apoyó a Hugo Chávez en
el fracasado golpe de estado de 1994, quién da ejemplo más evidente de
corrupción. No solo por la diferencia entra la ostentosidad de su
oficina y la precariedad en la que viven los habitantes del pueblo, sino
también porque en su poco tiempo en pantalla se ve cómo acepta la
existencia del mercado negro en dólares que el gobierno de Maduro
aseguraba que no existía. «La
corrupción en Venezuela está tan naturalizada que la gente no se da
cuenta de que lo es», asegura la cineasta. Que además no se sorprende de
que Cárdenas haya permitido que se grabara la reunión en su oficina:
«Él no consideraba que estaba haciendo demagogia», sentencia. «Érase una vez en Venezuela»
ha sido preseleccionada por la comunidad de cineastas venezolanos.
«Para conseguir una nominación en el Oscar tienes que conseguir que los
votantes te vean, y para hacerlo hay que hacer campaña», comenta la
cineasta. Para lograrlo, el equipo de producción se ha organizado
para conseguir financiar su campaña a través de
«Indiegogo»,
con la que esperan recaudar 30.000 euros. Suman, de momento, poco más
de 3.000. Aun así al no contar con el apoyo del gobierno su presupuesto
será menor que el de sus competidoras.
Para competir el equipo espera poder proyectar la cinta en plazas de
Europa, además de eventos especiales para miembros de la Academia: «Nos
hemos planteado incluso enviarles arepas», comenta la directora entre
risas. «Aun si cubrimos el "indiegogo" nuestro presupuesto es más
bien poco», acepta Rodríguez. Sin embargo se muestra optimista: «Lo más
importante es poner ojos sobre la película», asegura. ABCSeleccionada pero sin apoyo