Mérida, Mayo Miércoles 01, 2024, 06:08 pm
Fue un 22 de septiembre de 1972, en pleno centenario de
Canaguá, cuando mis padres Joel Ramón Molina Mora y Elisa del Carmen Escalona
Belandria pronunciaron un "sí" para siempre que hoy arriba a su medio
siglo.
La boda, por voluntad de la novia, se celebró en la sultana
ciudad del Mocotíes: Tovar, en su majestuoso templo de Nuestra Señora de Regla,
presidida por el inolvidable sacerdote Juan Eduardo Ramírez Roa, acompañados
por los padrinos, hoy en el cielo, mis amados tíos José Escalona y Eliodigna
Mora.
A lo largo de cinco décadas la semilla sembrada ha dado
abundante fruto gracias al cultivo del amor incondicional, la fidelidad y el
compromiso, los grandes valores de la humildad, el perdón y la generosidad, los
valiosos ejemplos de estar siempre el uno para el otro y a torrentes para
nosotros sus hijos.
Hoy después de un arduo caminar los vemos convertidos en
un frondoso árbol en el que todos nosotros sus hijos y nietos venimos a cobijarnos
y a probar de los frutos de sus enseñanzas y sabias lecciones de vida.
Valió la pena creer en el amor que todo lo puede, todo lo
espera, todo lo confía y todo lo hace nuevo, es la primera lección que nos
dejan.
La fe es sin duda el valor más importante en este
proyecto de vida. Sin saber lo que la Providencia les tenía preparado, ustedes
se abandonaron en las manos del que todo lo puede y con la confianza puesta en
las manos del Señor han podido superar obstáculos y dificultades. Gracias mis
viejos por enseñarnos que "familia que reza unida, permanece unida".
Desde niño nos enseñaron el valor de participar en familia cada domingo en la
Eucaristía, la oración del Rosario, el dar gracias a Dios, tantos detalles para
mantener esa comunión con el Padre Bueno.
La perseverancia es otra de las grandes lecciones que nos
enseñaron, vivir cada día con plenitud, haciendo lo que debemos hacer con toda
la pasión y entrega. Mamá, desde sus aulas de clase, como maestra rural siempre
entregada a las comunidades que le tocó servir; y papá, como el pulpero del
pueblo por más de veinte años con tanta caridad y solidaridad para con todos.
Quiero hoy resaltar un detalle muy importante en sus
vidas de esposos: Trabajar en equipo, en mi recuerdo de niño no se olvida la
solidaridad de papá con mamá para acompañarnos en la Cuesta de Guaimaral o en
Mucurandá en la ardua tarea de enseñar, cuando el desánimo tocaba la puerta de
la maestra y nunca faltó la palabra de aliento y el impulso de papá para seguir
adelante. Que detalle tan grande servir de pilar a quien se ama.
Otro elemento importante de la relación de mis padres ha
sido el lenguaje de los silencios. La vida les ha enseñado que para evitar un
conflicto la mejor arma es “saber callar”, saber que muchas veces el silencio vale
más que faltar a la caridad con palabras hirientes. Gracias por hacer como la Virgen
María "guardar todo en el corazón". Gracias Por saberse decir tantas
cosas con solo una mirada. Ojalá los nuevos esposos aprendan el lenguaje de los
silencios en sus vidas matrimoniales.
El día de la boda se dijeron la promesa de estar el uno
para el otro “en la salud y en la enfermedad, en las alegrías y en las
tristezas". Hoy al llegar sus bodas de oro, damos gracias por no dejar de
vivir esta fidelidad, siendo el buen samaritano el uno para el otro cuando la
prueba de la enfermedad nos ha visitado. Además de alegría y consuelo los
caminos oscuros y pantanosos que nos ha tocado atravesar como familia, en ellos
hemos encontrado manos abiertas y corazones dispuestos. En mis dificultades como
sacerdote ellos siempre han sido la luz de mi camino y el consejo oportuno.
Y un último detalle son los dos sellos que desde niños
nos han marcado a todos sus hijos: la honestidad y la responsabilidad. En la casa no se podía llegar con el juguete
del vecino ni mucho menos quedar mal con las tareas asignadas. Pequeñas cosas
que forman al buen ciudadano. La escuela de valores ha sido permanente,
enseñarnos a amar el trabajo y nunca decir que no somos capaces o que no se
puede, siempre de la mano del que todo lo puede.
Rodeados por el afecto y la cercanía de toda la familia
hemos celebrado con gratitud este oro de fe y perseverancia. Finalizo con
palabras del grande San Juan Pablo II:
“La familia es una experiencia de camino, una aventura
rica en sorpresas, pero abierta sobre todo a la gran sorpresa de Dios que viene
siempre de modo nuevo a nuestra vida”.
Que la Madre del Carmen los bendiga y le den 50 dones de
salud y alegría a todos los santos matrimonios del mundo.
Mérida, 25 de septiembre de 2022