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FERIA DE SAN ISIDRO – SEXTO FESTEJO DE ABONO

Perera se gusta con un gran toro

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El mexicano Isaac Fonseca confirmaría alternativa, en tarde de contrastes ante los toros y el público de Madrid


Solo cuatro ejemplares de El Parralejo, dos de ellos, de buena nota. Isaac Fonseca confirma como torero de valor. Tarde de seis avisos, corrida casi interminable

BARQUERITO

Especial para VUELTA AL RUEDO

EL TORO DE LA confirmación de alternativa de Isaac Fonseca estuvo reseñado como sobrero en la corrida de Montalvo del pasado día 13. Se llamaba Optimista, cinqueño como todos los demás, del hierro de José Vázquez, el histórico de Aleas. Estaba enlotado con el de más cara de los cuatro de El Parralejo, un sexto de traza muy ofensiva, además, por alto de cruz.

Ese sería el motivo de confirmar Fonseca con un toro que no entraba en cálculos. Derribó en un primer puyazo corrido, se escupió y soltó de dos picotazos, y fue toro de mucho trajinar, de recorrer el torero mexicano mucho terreno sin dar con el punto donde el viento, protagonista de la tarde, molestara menos. No hubo logros mayores, sí tesón, entrega y firmeza en una porfía que se fue de tiempo y por eso castigada. Sonaron hasta dos avisos. El primero, antes de haber siquiera montado Isaac la espada. No fue caso aparte.

A Perera le ocurrió lo mismo en el toro de la devolución de trastos. Un toro descarado, paradito y ayuno de celo. Por él apostó Perera con un inesperado brindis al público y una larga faena repetitiva, de innegable monotonía y castigada con palmas de tango cuando pareció más cansado el cónclave que el propio matador, desafortunado con el verduguillo. Seis disparos. El último cuando caía el baldón del segundo aviso.

Con el lastre de cuatro avisos y dos toros demasiado ajenos, empezó al cabo de una hora el desfile de toros de El Parralejo. Solo cuatro. El primero de ellos, de espectacular pinta: cárdeno claro, ensabanado en la reseña de veterinarios, capirote, botinero. Toro, además, con bella expresión. Un quite de Fonseca por chicuelinas sacudió después de dos varas la modorra que tenía tomado el ambiente, y eso que era, según lo previsto, tarde de isidros, espectadores de ocasión y accidentales, de los de todo vale, vale todo. A pesar de escarbar, ese toro tan hermoso metió la cara, fue de visible nobleza y, dicho en taurino, se dejó. Pendiente del viento, inseguro, no se acopló con él Ángel Téllez, que cerraba su doble anuncio en la feria, y lo hizo sin fortuna. Poco a poco, entre enganchones, se le empezó a ir el toro, y cundió la impaciencia.

Aplaudieron en el arrastre a ese tercero y más todavía, con una ovación cerrada, al cuarto, que fue por todo el toro de la corrida. De pura codicia había cobrado una costalada en banderillas. Otra apenas se puso a Perera a faenar y a hacerlo con lógica de experto en la raya segunda del sol del 5, donde el viento no pasa sin que se sepa bien por qué. A resguardo del viento, Perera gobernó el toro con llamativa suficiencia, en dosis generosas de mano baja, toreo ajustado y ligado por la mano diestra, y bastante menos compuesto por la siniestra. Siempre quiso el toro bien, sin distinción de mano. La faena, muy celebrada, tuvo por epílogo una tanda casi temeraria de bernadinas, que seguramente estuvieron de más porque tras tantos viajes obligados el toro parecía haber pedido la cuenta. Cuatro pinchazos, una estocada. Otro aviso, de coleccionista, y una muy sonora ovación de reconocimiento que hizo a Perera salir a saludar.

El quinto toro derribó hasta dos veces, y se enceló tanto en las dos bazas, que salió de varas tundido, vacío. Fonseca quitó por tafalleras. Téllez, algo ausente desde el recibo, se encontró al toro anclado, incapaz de moverse, ni a cites a tenaza quiso, cabeceaba protestando. Nada que ver. A punto de llegarse las dos horas y media cumplidas, Fonseca se arrancó con alardes del repertorio propio cuando a solas se las vio con el tremendo sexto, que tuvo muy justas fuerzas y no admitió el desgarro de los muletazos de alarde, los cambiados por la espalda de rodillas y de largo en la apertura, los cites a distancia, embarcados con asiento, pero nunca rematados. Un derroche de valor. Ganas de jugarse el tipo.

FICHA DEL FESTEJO

 

Cuatro de EL PARRALEJO (José Moya) y dos -1º y 2º- de JOSÉ VÁZQUEZ, que completaron corrida.

 

MIGUEL ÁNGEL PERERA, silencio tras dos avisos y ovación tras un aviso.

ÁNGEL TÉLLEZ. Silencio en los dos.

ISAAC FONSECA, que confirmó la alternativa, silencio tras dos avisos y aplausos tras aviso.

 

Pares notables de Curro Javier y Javier Ambel. Saludaron los dos.

 

Madrid. 6ª de abono. Fresco, soleado, muy ventoso. 20.457 almas. Dos horas y media de función.

 

POSTDATA PARA LOS ÍNTIMOS.- En tiempo de vacas gordas, y en los bajos del tendido 2, junto a toriles, Marita Gisbert, en la delantera baja, no traía solo rosquillas del santo, también sándwiches a la inglesa encargados en la célebre Embassy, el ´salón pastelero  inglés de la Castellana que fue en los primeros años cuarenta un nido de espías. O eso cuentan. Sobre el gusto de los sándwiches por los espías no hay nada escrito. Sí que en Embassy se celebraba con rigor la hora del té. La merienda de Marita Gisbert en San Isidro, más o menos a las ocho de la tarde, cuando acababa de arrastrarse el tercer toro. Embassy cerró. Marita se fue de este mundo dejando cientos de amigos.

 





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