Mérida, Noviembre Viernes 14, 2025, 05:30 am
Recientemente el Papa León XIV nos invita a vivir la memoria de quienes nos han dejado “más que como un recuerdo del pasado, como una esperanza futura.” ... “No se trata de una ilusión que sirve para mitigar el dolor por la separación de las personas amadas, ni tampoco un simple optimismo humano. Sino de la esperanza fundada en la resurrección de Jesús, que ha vencido a la muerte y ha abierto también para nosotros el paso hacia la plenitud de la vida”.
Así quiero recordar al padre Ortigoza a quien tuve como alumno en el Interdiocesano de Caracas y luego mantuvimos una amistad que se consolidó en la distancia, pues siempre recibí de él las mejores muestras de afecto. En mis viajes a Maracaibo y en las ocasiones en las que nos encontramos en otros lugares y eventos compartimos cuitas y analizamos situaciones. La noticia de su fallecimiento me hace vivir el dolor en la perspectiva cristiana de la esperanza definitiva. Sirva este “in memoriam” como un homenaje a su memoria y al clero de la arquidiócesis marabina.
Eduardo nació en Maracaibo en 1956, tenía 69 años en el momento de su deceso el 5 de noviembre de 2025. Estudió en el Seminario Mayor Interdiocesano de Caracas donde obtuvo el bachillerato teológico por la Pontificia Universidad Javeriana. Ordenado sacerdote el 25 de julio de 1980 por Mons. Domingo Roa Pérez en Maracaibo. Licenciado en teología y doctor en derecho canónico por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Ejerció su ministerio sacerdotal durante 45 años en diversos cargos en la arquidiócesis de Maracaibo. Cuando se reabrió el Seminario Mayor Arquidiocesano de Maracaibo en 1983 fue su primer rector. En la actualidad era Rector de la Universidad Católica Cecilio Acosta UNICA desde el 2017, lo compartía con el de Vicario Episcopal para la Educación y la Cultura, Director General del Canal 11 del Zulia, director de la Asociación Civil Escuelas Arquidiocesanas y director de la Emisora 90.9 La Chiquinquireña. Claro indicio de su capacidad y competencia para estar al frente de tantas responsabilidades ligadas en buena parte al tema educativo. Su competencia canónica lo hacía también perito en los asuntos relativos a la jurisprudencia canónica.
Su carácter conciliador puso por delante la fraternidad y la integración de las instituciones eclesiales en la puesta al día del pacto educativo global de la arquidiócesis de Maracaibo. La epidemia del Covid lo afectó y sus secuelas le produjeron varios ictus que mermaron su capacidad de trabajo pues tuvo que ser hospitalizado y mantenerse en condiciones precarias. Atendido por sus seres queridos sufrió un infarto el 5 de noviembre por la mañana que le cegó la vida.
Como escribió el P. Andrés Bravo, compañero desde el Seminario, “Eduardo se fue al cielo como un fiel servidor del Señor. Verdadero sacerdote, desde niño comenzó su formación y no vivió jamás para sí, sino para la Iglesia y al servicio del pueblo. Bien formado, excelente en sus estudios hasta doctorarse en derecho canónico. Mejor formador espiritual y pastoralmente para ser párroco, formador de seminarios y dirigir grandes instituciones eclesiales. Luchó incansablemente por la promoción de la fraternidad sacerdotal. Un hermano y amigo que inspiró confianza, respeto, responsabilidad y eficiencia. Jamás vivió con proyectos personales e individuales, sino entregado al Pueblo de Dios”.
Descansa en paz querido Eduardo y desde el cielo sigue intercediendo por tu iglesia madre y por toda Venezuela. Que tu testimonio sea recogido y enriquecido por las nuevas generaciones sacerdotales. Ruega por nosotros y gracias por tu vida que enaltece a la iglesia venezolana.
74-25(3704)8-11-25