Mérida, Diciembre Viernes 08, 2023, 03:28 pm
RUBÉN DARÍO VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
Lo fuerte del percance el pasado
14 de agosto, hizo temer a muchos –entre ellos este servidor- que su incursión
española quedaría como mero intento. Pero no fue así, pues la voluntad y tesón
para no dejar pasar la ocasión (casi 17 años después de alternativado) de
presentarse como matador de toros en España, luego de un periplo bastante
extenso pro ruedos peruanos, donde se ha mantenido en activo, pero que en nada
es ni representa el nivel de exigencia que impone el toro y afición española.
Totalmente distinto el panorama.
Este sábado, finalmente se
ofrecería la ocasión de Orellana hacer su anhelado estreno. Las terapias y rehabilitación obraron con el
milagro de ponerle en el patio de cuadrillas de la plaza de toros de la
localidad alcarreña de Maranchón, poblado donde en el marco de sus ferias y
fiestas se lidiaron, según la reseña del portal taurino burladero.com, toros de
los hierros de Enrique Ponce, Víctor y Marín y David Parra para el rejoneador Felipe
Alcaraz (dos orejas y rabo), y a pie abriendo plaza, Rafael Orellana (dos
orejas y dos orejas), Santiago Mujica “El Sargento del Perú” (vuelta al ruedo y
oreja) y Yannis Djenibla “El Adoureño” (dos orejas y dos orejas y rabo).
Vestido de verde manzana y oro,
mismo color con el que su padre Nerio Ramírez “El Tovareño” escribiría los
mejores trasteos de su larga trayectoria, así salió al ruedo, con los puntos de
la herida aun cicatrizando, pero con la ilusión de hacerse notar, como resultó
en ambos trasteos, lo que le hizo que desorejara a dichos astados, los cuales
de seguro conservará para la posteridad, pues es fruto de la paciencia,
perseverancia y profesionalismo durante todos estos años.
Se espera que en los próximos días
de la misma manera Rafael Orellana se avoque a mantener una rehabilitación
optima, de cara a su importante presencia en el marco de la inminente Feria de
Tovar, donde estaría haciendo cartel al lado de los espadas españoles Curro Díaz
y Miguel Ángel Perera, en la lidia de reses colombianas de El Capiro de Sonsón.
Novillero
José Antonio Valencia apoteósico en Sanlúcar de Barrameda
El pasado fin de semana de la
misma manera nos permitió saborear las mieles del éxito rotundo para la torería
venezolana, en particular en la primigenia carrera novilleril del joven José
Antonio Valencia, hijo del torero del mismo nombre, quien a comienzos de la
década de los ’90 hizo de los ruedos nacionales junto al recordado Bernardo
Valencia (su hermano) importantes campañas.
La nueva generación de los
Valencia, tras el paso de los hijos de Bernardo, y el retiro casi voluntario de
César Valencia -quien señalan haberse residenciado en Alemania- hacen que este último
vástago perpetúe el legado de una de las dinastías de toreros más llamativa después
de los Girón, en los últimos años.
Es así como este pasado domingo
ante las cámaras de Canal Sur Andalucía, el cual pudimos apreciar con lujos de
detalles bajo la singular narración de Enrique Romero y el maestro Francisco
Ruiz Miguel, se evidenció la solvencia y capacidad de un torero que con este
festejo y ante la transcendencia del mismo, le va abrir muchas puertas, las
mismas que con solo 7 novilladas picadas en los últimos años se comenzaran a
despejar, pues lo hechos hablan por sí solo.
La faena al primero de su lote
fue un derroche de variedad que lamentablemente no contó con la rúbrica de la
espada, cortando una oreja, pero su segunda, ante el bravo colorado del hierro
del matador en retiro Chamaco fue un dechado de raza y entrega, tal como lo
deja en evidencia la crónica de burladero.com el cual transcribimos, y que
constituye un hito, pues no se tiene registro de novillero venezolano alguno de
haber tenido el honor de indultar astado.
«José Antonio Valencia
arrasó en sus dos novillos mostrando que viene para mandar, a su primero le
arrebató una oreja con petición de la segunda no atendida por el palco. Pero lo
más importante vino en su segundo al que lo cuajó de principio a fin por ambos
pitones, gustándose y mostrando que no ha venido de Venezuela para ser uno más.
Los tendidos enloquecieron y empezaron a asomar pañuelos pidiendo el indulto
para un bravísimo novillo de Chamaco que se ganó la vida en Sanlúcar de
Barrameda, fue indultado y quedará para la historia de la ganadería, la plaza y
el torero que no sólo estuvo a la altura sino que gran parte del indulto se
debe a una gran faena muy bien estructurada. Dos y rabo simbólicos».
Se da la circunstancia que el día
anterior José Antonio Valencia hijo, había toreado en la localidad
vallisoletana de Pedrajas de San Esteban, en el marco del II festejo del certamen
"Piñón de España", en la lidia de reses del hierro veragueño de Tomás
Prieto de la Cal, despachando en solitario dichos astados, tras ser herido en
el que abrió plaza el astado a su compañero de cartel Gómez Valenzuela,
obteniendo como saldo artístico el siguiente balance: silencio tras aviso,
ovación con petición de oreja y silencio.
A
propósito de Roca Rey tras su paso por la Semana Grande en Bilbao
Merece la pena el análisis que
hace el destacado periodista sevillano Álvaro Rodríguez del Moral en su
habitual nota semanal que publica en el Diario Corre de Andalucía.
«El inapelable triunfo de
Roca Rey fue más allá de su propia historia taurina y tuvo la virtud de devolver
al anillo bilbaíno su declinante cualidad de escenario trascendental del toreo,
perdida en una maraña social, taurina y económica que merecería otro análisis.
La presencia del peruano en las cenicientas arenas del Bocho ya tenía carácter
de acontecimiento, subrayado por la presencia de ese público que tanto se echa
de menos en el remozado coso de Vista Alegre, víctima del desapego de la
sociedad vasca –la sombra del nacionalismo es demasiado larga- a la fiesta de
los toros que ya ha condenado el coso de Vitoria y mantiene en un difícil
tenguerengue el moderno anillo donostiarra.
Son asuntos complejos que
se escapan de este Observatorio, más pendiente del definitivo pronunciamiento
del paladín limeño. Más allá de las orejas que cortó hay que marcar una
constante, común a las grandes figuras de todas las épocas: es esa
excepcionalidad que trascendió del propio ámbito taurino para hacer saltar el
impresionante despliegue vivido en el ruedo fuera de las órbitas de la plaza,
del propio planeta de los toros. El
triunfo de Roca Rey fue un verdadero acontecimiento popular que derribó todas
las barreras y zancadillas que recortan la verdadera dimensión mediática del
hecho taurino».